Día del Médico: el difícil arte de sanar en la Argentina
Reflexiones sobre la nobleza de una vocación que, más allá de curar, construye puentes de esperanza en la vida de cada paciente.
En la Argentina, el Día del Médico se celebra el 3 de diciembre en honor al Dr. Carlos Juan Finlay, un destacado científico cubano que hizo contribuciones significativas a la medicina y la salud pública. Finlay nació el 3 de diciembre de 1833 en Cuba y se convirtió en un referente en la lucha contra enfermedades transmitidas por vectores, como el dengue y la fiebre amarilla.
Sus investigaciones allanaron el camino para el desarrollo de estrategias de control de enfermedades transmitidas por mosquitos y contribuyeron significativamente a la salud pública en todo el mundo. Su trabajo más destacado fue la identificación del mosquito Aedes aegypti como el vector responsable de la transmisión de la fiebre amarilla.
Carta de un médico
Para mi, ser médico es una de las vocaciones más nobles y desafiantes que existen. En la Argentina, donde la salud es un derecho fundamental, cada día enfrentamos la realidad de vidas que dependen de nuestras decisiones, habilidades y, sobre todo, de nuestro saber y humanidad.
Con el abrazo de una madre al recibir la noticia de que su hijo se recupera, sentís que el peso del mundo se levanta de sus hombros y de los tuyos. O la mirada agradecida de una persona que luego de años de arritmias, tras una intervención, vuelve a sonreír y a no sentirla nunca más y viene semanas después con una gaseosa fría de regalo porque no le alcanzaba para más. Estos momentos son el verdadero corazón de la medicina: la conexión profunda entre el médico y el paciente, donde la ciencia, la compasión, la dedicación y el agradecimiento se entrelazan.
Cada consulta, cada diagnóstico, cada tratamiento, es un acto de confianza. Las personas que llegan a nosotros traen sus miedos, sus esperanzas y sus historias. En un país donde la salud pública enfrenta desafíos constantes, desde la falta de recursos hasta la desigualdad en el acceso, ser médico en un hospital público es también un compromiso con la justicia social, porque entendemos que detrás de cada número, hay un ser humano que merece atención, respeto y amor.
Ser médico en la Argentina es un llamado a la empatía. Es recordar que cada día, al cruzar la puerta del hospital, tenemos el privilegio de ser parte de un momento crucial en la vida de alguien. Es ser testigos de la fragilidad de la vida y, al mismo tiempo, de su fortaleza. Es aprender a escuchar, no solo con los oídos, sino con el corazón.
En mi caso, en cada urgencia hay historias que me tocan profundamente. Historias de lucha, de dolor, pero también de esperanza y superación. Ser médico es un viaje que nos transforma, que nos enseña a valorar la vida, incluso la nuestra. Hoy, más que nunca, necesitamos recordar que ser médico es ser un faro de esperanza en un mar de incertidumbres. Y en cada rincón de la Argentina, llevamos la responsabilidad de cuidar y proteger lo más valioso que tenemos, que es la vida humana.
Feliz día del médico a todos mis colegas. Ojalá algún día nos reconozcan como merecemos.
(*) Mario Fitz Maurice (MP 83.671), médico cardiólogo y director del Instituto Nacional de Arritmias INADEA.